El autor de En busca del tiempo perdido, Marcel Proust, nació en París el 10 de julio de 1871, año en el que se inicia el periodo histórico denominado La Belle Époque; dos años antes había llegado a la capital francesa un joven Daniel Vierge que ocuparía su lugar en aquel dorado parnaso. París fue la capital de la cultura y el arte de Europa hasta la primera guerra mundial, la ciudad de la luz. No vendría a cuento para este artículo citar a los cientos de personajes que pululaban por las orillas del Sena durante ese periodo, pero sí a algunos potentes astros relacionados de alguna manera con Daniel Vierge: se trata de Víctor Hugo, Reynaldo Hahn y Marcel Proust. Quizás estuvieran ligados, además de por el amor y la atracción entre el escritor y el músico, por el aprecio y el reconocimiento hacia el ilustrador getafense y la veneración hacia Victor Hugo, o hacia alguno de sus amigos como el poeta cubano José María Heredia.
Reynaldo Hahn (1875-1946) fue el más pequeño de doce hermanos en una familia venezolana con padre alemán y madre española. Debido a la difícil situación del país latinoamericano, el clan se vio forzado a emigrar y acabó instalándose en París, ciudad que conformaría la sensibilidad estética y sentimental del joven Reynaldo. Una historia mil veces repetida en esa época dorada. Artistas de todo tipo, pintores, poetas, escritores, ilustradores, músicos y cientos de dilentantes se amontonaban en los cafés, en modestas pensiones y tugurios, en restaurantes de baja estofa, transitando de los callejones más sucios a los elegantes salones de la aristocracia.
La mayor parte de las biografías citan el origen venezolano de la familia Han. Incluso se recoge que Reynaldo nació en Caracas. En ningún lugar se cita, salvo en un poema de Proust, que había nacido en España. Su madre, Elena de Echenagucia, era de origen vasco. Y conste que no queremos cambiar arbitariamente el origen del músico francés, pero sí nos han sorprendido los versos de su amante. La relación entre el escritor y el músico pasó de una incontrolable pasión a una sólida amistad que duró hasta la muerte de Proust. «La intimidad y la complicidad entre ellos —afirma Santiago R. Sarnerbás en el prólogo de los poemas de Proust— llegó lejos, más allá de los juegos verbales, apodos y sobrenombres que se encuentran frecuentemente en los poemas».
Reynaldo musicó algunas canciones célebres como el poema de Víctor Hugo como Quand la nuit n’est pas étoilée (cuando la noche no es estrellada)- Ver en https://www.youtube.com/watch?v=hnKioQGUCFc o Si mes vers avaient des ailes (Si mis versos tuvieran alas).
Mes vers fuiraient, doux et frêles,
Vers votre jardin si beau,
Si mes vers avaient des ailes,
Comme l’oiseau.
Ils voleraient, étincelles,
Vers votre foyer qui rit,
Si mes vers avaient des ailes,
Comme l’esprit.
Près de vous, purs et fidèles,
Ils accourraient nuit et jour,
Si mes vers avaient des ailes,
Comme l’amour.
Gracias a la edición de la Poesía Completa de Marcel Proust (1) hemos podido relacionar a Proust con Reynado y con el ilustrador español Daniel Vierge. En los versos queda claro que, según las noticias de Marcel Proust, Reynando Hahn también era español, desde la cuna… ¿Porqué se acordaría Marcel Proust de Daniel Vierge en un poema dedicado a su gran amor Reynaldo? Vierge, no lo olvidemos, era el Príncipe de la Ilustración, un getafense adoptado como hijo ilustre. No era necesario nacer en París para sentirse de allí y ser aclamado por el mundo del arte como un francés universal. Si el poema de Proust recoge el verdadero origen de Reynaldo Han, —además de haberlo leído en algún diario español— habrá que concluir que como Vierge, también es español; francés, venezolano, alemán y español.
El poema se titula, valga la redundancia «¡Navidad! ¡Navidad!»
¡Nació el niño Reynaldo!
En el umbral “paved with smerald” (2)
(¡oh, Shakespeare), los tres magos,
Cyril, Paul y Wladimir (3),
adoran tus gorjeos.
¡Nació el niño Reynaldo!
¡Navidad! ¡Navidad!
Oh, dónde habré leído, Virgen santa,
quizá en el Imparcial o en el Heraldo (4),
donde hizo sus pinitos Daniel Vierge,
que era español Reynaldo
lo fue desde la cuna.
¡Niño amor, niño divino, Virgen santa!
El hecho está probado. Quiero ofrecer un cirio.
Una de las canciones más famosas de Reynaldo Hahn es À Chloris
Notas.—
ILUSTRACIÓN SUPERIOR: Noche el club musical Les Mirlitons. Delicioso cartel pintado por Louis Anquetin.
(1) Poesía completa. Marcel Proust. Edición bilingüe y traducción de Santiago R. Santerbás. Cátedra 2012. Letras Universales.
(2) En inglés en el original “pavimentado con esmeralda”.
(3) Grandes Duques de Rusia.
(4) El Imparcial (1867-1933) y El Heraldo de Madrid (1890-1939) Proust cita los nombres de estos dos periódicos en castellano.