¿Pero además de Coronavirus tenemos Variolavirus? No, claro. No es un bulo y así lo aclaramos para que no quede tachado el artículo como tal en el facebook y en el twitter. Los censores están haciendo horas extras ojo avizor sobre las pantallas de sus ordenadores. El titular se refiere a algunas informaciones publicadas entre 1916 y 1917 por La Región, Revista Quincenal Independiente Defensora de los Intereses del Partido Judicial de Getafe, un periódico en formato tabloide que editaba, dirigía y, en parte, escribía, Filiberto Montagud, un artista polifacético, actor, humorista, dibujante, pintor, escultor y poeta, que también ejerció como empresario en Getafe.Así pues, aclarada la fecha y la procedencia de la noticia, no hay nada que temer salvo la actual pandemia de Covid-19 y la similitud que tiene con las epidemias que recorrieron España durante los últimos años del siglo XIX y las primeras dos décadas del siglo XX. Bien es sabido que se acumulaban los muertos de hambre con los que producía la pandemia de la ‘gripe española’ y los infectados en los numerosos episodios de viruela.

Portada de uno de los ejemplares de La Región

El infortunio del anónimo albañil al que se refiere el titular le devino como consecuencia de haberse infectado de viruela durante la realización de unos trabajos propios de su profesión. Hoy podría y debería calificarse, incluso, de accidente laboral.

En marzo de 1916, La Región informaba de la epidemia de viruela en Madrid y la alarma provocada en su vecindario, llegándose a conformar un Consejo de Médicos para intentar aislar y erradicar los focos de esa enfermedad contagiosa, grave y con un alto riesgo de muerte, causada por el Variola virus. El comisionado de galenos recordaba a través de la prensa de la época y lapublicidad institucional que la única solución a la enfermedad era la vacuna y acentuar las medidas de higiene.

El mismo periódico, en su edición del 15 de marzo del año siguiente, en 1917, publicaba la noticia de la muerte de un modesto albañil, vecino de Getafe, sin citar su nombre, ya fuera por criterio editorial o puro desconocimiento y criticaba que, estando el pueblo tan cerca de la capital donde se luchaba contra los alarmantes casos de la epidemia desde hacía un año, no se hubieran tomado las medidas profilácticas preventivas, higiénicas y sanitarias oportunas.

Filiberto Montagud (en el centro de la imagen) pintando en el estudio de su casa, situada en la calle Madrid 86, cuarto que también usaba como redacción de La Región. En la fotografía aparecen, además de su perro, dos amigos, uno de ellos [posiblemente Luis Sanz] leyendo el periódico. Reproducida por cortesía de la familia de Filiberto Montagud.

A falta de poder contrastar con otros medios distintos a la Región, por su inexistencia, u otros documentos públicos, hay que hacer constar que el primer caso registrado en Getafe de esa epidemia, el llamado ‘paciente cero’ del Variolavirus se detectó en una señora de Madrid, que se acercó al vecino pueblo de Getafe para visitar la casa de una amiga y conocida. La getafense en cuestión era la madre de Los Pimientas, una conocida familia que empezaba a descollar o despuntar tímidamente entre la aristocracia del arado. Un mote, el de Los Pimientas, que distingue desde hace más de un siglo [que sepamos] a la familia de los Sacristán, esparcida hoy, mezclada con otros apellidos de raigambre getafense y ramificada por todo el pueblo. Ejemplos de Sacristan, en estos tiempos del Coravirus, que no quiere decir —quede claro— que se correspondan con los protagonista de esta historia de hace 103 años son Jesús Sacristán (d.e.p) y descendientes (propietarios del recién desaparecido Bar Plaza), el exconcejal socialista Jose Manuel Vázquez Sacristán y otros. A mediados y finales del siglo XIX el apellido estaba muy afincado en Parla y en Torrejón de Velasco donde ya ejercían de terratenientes.

Tenemos la mera suposición, pues no conocemos el dato con certeza, que la familia de Los Pimienta afincada en Getafe vivía en alguna casa del distrito más próximo a la Iglesia Parroquial de La Magdalena. El apellido Sacristán aparece, de forma muy modesta entre las familias que adquirieron fincas durante la desamortización de Madoz (1855-1894). No parece un apellido getafense más allá del siglo XVIII; de hecho, no aparece ningún Sacristán en los libros de bautismo, matrimonio o defunción durante los siglos XVI y XVII, según recoge Marcial Donado en su libro de La Iglesia Chica (San Eugenio). En la matrícula de vecinos por domicilios de 1883 de esta parroquia [también recogida por el mismo historiador] aparece una sola vecina con el apellido Sacristán residiendo en la calle San José.

Pero prosigamos con la historia del pobre albañil. La vecina de Madrid, era lo más probable, contagió a la madre de Los Pimientas. Los hijos y el marido se resistieron a inocularse la vacuna; no por moda o convencimiento ideológico como pasa ahora sino, seguramente, por ignorancia y falso coraje de pueblerinos. Finalmente, toda la familia pasó la enfermedad sin llegar a aumentar las estadísticas oficiales de fallecidos que, según las fuentes oficiales, alcanzaban el 30 por ciento de los infectados.

Al poco tiempo, y terminada la enfermedad en casa de Los Pimientas, requirieron a un albañil para que picase las paredes de los cuartos que habían acogido enfermos de la familia para luego, seguramente, encalarlos. «El citado albañil contrajo la viruela y ha muerto», decía breve y conciso, lacónicamente, el texto de Montagud.

Avisado el Servicio Sanitario del Ayuntamiento de Madrid por el Subdelegado de Medicina de Getafe [quizás Emilio Hernández Núñez que había cogido el cargo en 1912], se envió un automóvil que se presentó en la casa de Los Pimientas. El servicio fue rechazado, —no sabemos si era gratuito o no— y no se permitió a los ‘desinfectadores’ penetrar en la casa. El artículo de Filiberto Montagud acababa como no podía ser de otra manera con una queja formal: «La pasividad de las autoridades municipales y sanitarias es verdaderamente incomprensible».

El [aún anónimo] albañil contrajo la enfermedad por no haber desinfectado los cuartos previamente. Agravado su mal por la noche, la esposa del albañil avisó al sereno del distrito que rápidamente se acercó hasta el domicilio del médico de alguno de los dos médicos titulares que según Marcial Donado eran por esas fechas Valentín González Ortiz e Isidoro Canitros Mariño. Ignoramos cuál de ellos. Lo único que recoge el periódico es que, todo lo contrario que pasa en la actualidad con todos los trabajadores sanitarios, el médico getafese ‘se lavo las manos’ como Pilatos. Sería de noche, haría frío o llovía y, además, el hombre era pobre; y, para colmo de males, infectado de Virola. ¡Qué fatalidad!

En la siguiente edición de La Región, Luis Sanz, a la sazón procurador de los Tribunales de Getafe, también un hombre polifacético [torero, músico, editor y empresario teatral] publicó en el periódico de su amigo Filiberto Montagud un alegato contra la desidia por el caso del albañil titulado «Señor Alcalde, el pueblo no aguanta más». Luis Sanz critica sin pelos en la lengua a las autoridades municipales y saca del anonimato al modesto albañil. Se trataba de Gregorio Martín Sanz, fallecido a causa de la viruela y la «desidia del médico de Getafe», el día 11 de marzo de 1917; era padre de cinco hijos. El periódico no se callaba ni ocultaba las responsabilidades de dos de los tres estamentos oficiales más poderosos del municipio: el alcalde y el médico. Faltaba el juez y, de forma aciaga, el forense para certificar el desamparo del obrero.

La soflama del combativo procurador de los tribunales de Getafe contra las autoridades municipales y sanitarias finalizaba dándole un tirón de orejas al Alcalde, [ese año hubo dos alcaldes, Juan Vergara Alarnes y Juan Gómez de Francisco, aunque la previsión y la eficacia municipal no fuera en nada diferente en uno u otro mandato]: «Que se dé una vueta por algunas calles de la zona de las Escuelas Pías para comprobar la suciedad, el agua estancada y contaminada… »

FUENTES:

  • IMAGEN SUPERIOR: El embozado. Óleo de Filiberto Montagud (1932), Reproducido por cortesía de su familia, Manuel Reverte Montagud y Margarita Castro.
  • La Región, Revista Quincenal Independiente. Números de marzo de 2016 y marzo de 2017
  • Fuentes Verbales: Manuel Fernández y Pedro Pingarrón
  • El Getafe de la Iglesia Chica. Marcial Donado López. Ayuntamiento de Getafe 1985
  • Las calles tienen su historia. Manuel de la Peña. Ayuntamiento de Getafe 1999.
  • La desamortización de Madoz en el Partido Judicial de Getafe (1855-1894). Ampliación tesis doctoral de Vicente Moreno Ballesteros