El próximo 3 de abril de 2019 se cumplirán 40 años de las primeras elecciones municipales democráticas tras la dictadura de Franco. A menos de dos meses del aniversario, el gobierno municipal de Sara Hernández, —siempre, siempre, tan indolente y descuidada, derrochando falta de previsión, mandó convocar a los tres alcaldes anteriores a ella para mantener una reunión y planificar los fastos de la conmemoración. Bueno, fastos,… tampoco hay que exagerar.

Lo cierto es que a la reunión, como muestra la imagen, retratando su negligencia y mala fe, solo asistieron dos de los tres exalcaldes. Jesús Prieto, el primero, y Juan Soler, el último. En medio, una inmensa laguna de la memoria municipal. Pedro Castro que ostentó el cargo durante 28 años, más de la mitad del periodo que se celebra no asistió a la cita. Y no acudió porque la alcaldesa, que le desprecia públicamente, delegó en la jefa de protocolo y en su amiga Cristina para que convocasen al viejo por whatsapp. El caso es que, aunque la alcaldesa ya le ha desbloqueado en sus redes sociales, Pedro Castro está más quemado que la pipa de un indio con su ahijada política o putativa [reputada o considerada, del verbo latino putare, de donde provienen otros términos como reputación o imputación].

Candidatura del PSOE en las elecciones locales de abril de 1979. En la imagen tampoco aparece Pedro Castro que sería con Jesús Prieto primer teniente de alcalde; quizás era el fotógrafo

Según lo poco que ha trascendido, parece que en la corrida triunfó el único alcalde del PP. Juan Soler propuso celebrar un acto con los primeros ediles en ‘su espacio’ Mercado, junto a las tablas, un lugar en el que caben cuando más doscientas personas. Y salió por la puerta grande. Un pleno [para lucirse con su oratoria ], una exposición de fotos [aunque muchas de ellas, las que colgaban de la sede socialista, ya las tiró la alcaldesa a la basura, y quizás, un librito con innumerables fotografías de Sara Hernández [aunque solo haya ostentado el cargo un diez por ciento del periodo que se celebra], editado tal vez por sus amigos los dalton con la colaboración oportuna y barata de algunos cronistas del pesebre.

Caricatura de Jesús Prieto publicada en un panfleto electoral del PSOE en las elecciones municipales de 1979

Dejando a un lado las corruptelas y favoritismos del sarismo imperante, hay que indicar que Juan Soler salió encantado de la reunión. Como los buenos toreros, no rehuye las distancias cortas y se arma del capote de grana y oro para girar como una bailarina y burlar incluso a los astados imprevistos. Jesús Prieto, según se comenta en los burladeros, salió más enfadado que un mono. Es un torero demasiado escolástico, sin ganas de enfadar al toro ni a la vaca y [casi] retirado. Soler, además, es su querido enemigo. Dicen que estaba advertido de la posibilidad de salir sin las orejas y con el rabo entre las piernas. Se proyecta una celebración de pena, piensa Jesús Prieto en su intimidad. Habrá que esperar a las ‘bodas’ de oro.

Pedro Castro ha manifestado que no se niega a participar en la celebración de la efemérides. Pero quiere que le convoque quien tiene que hacerlo, a quien corresponde por protocolo ¿Pero no son compañeros? Sí, pero no se hablan… no porque no quiera el viejo Castro, es la señora alcaldesa la que mantiene ardiendo y atizando la llama del rencor. «No fui porque no estaba de acuerdo como se planteaba y además después de ocho años de silencio, podía haber descolgado el teléfono. Si se descuida me convocan por tan-tan», se burla de la alcaldesa. Castro quiere que se cuente y que se celebre en la Plaza de la Constitución, no el Espacio Mercado, con todos los cargos electos, asociaciones de todo tipo, personajes,… Una fiesta de los vecinos y de la democracia.

Recordemos al lector, quizás los nuevos partidos —Podemos y Ciudadanos— no lo saben, que con motivo del 25 aniversario de los Ayuntamientos democráticos [las bodas de plata], Castro organizó un acto con la asistencia de más de mil personas, con todos los ediles que han resultado elegidos, con entrega de bandas y medallas conmemorativas,…

Sara Hernández —para colmo de la chapuza y la imprevisión— quiere hacer coincidir el 40 aniversario de los comicios municipales con los 30 años de la Universidad Carlos III. ¿No merecen ambas celebraciones eventos diferenciados, organizados con un poco de seriedad, no para escurrir el bulto y pasar página? ¡Qué indolencia, o era indecencia!