Las islas Chafarinas, junto a Ceuta, Melilla, Peñón de Gomera y Peñón de Alhucemas formaban parte del sistema penitenciario de España en el norte de África. A estas plazas había que sumar el temible destino de Fernando Po (hoy Bioko), en Guinea, Cuba, Filipinas o las Islas Marianas.

En 1926, el socialista Jiménez de Asúa, fue condenado al confinamiento en la Isla Isabel II de Chafarinas. Allí, con otros tres intelectuales, condanos por delitos tan nimios como «censurar y difamar al gobierno» —de tanta actualidad—, provocar divisiones, alboroto y tumultos entre los estudiantes, o criticar al gobierno por el destierro de Unamuno a Fuerteventura, igualmente por censurar a Alfonso XIII y a Primo de Rivera.

Fue el confinamiento en Chafarinas un castigo sin crueldad, casi unas vacaciones, en las que aprovecharon para pasear, charlas y escribir. Los cuatro, Jiménez de Asúa, Francisco Cossío, Arturo Casanueva y Salvador María Vila, realizaron una excursión a la cercana isla del Congreso y allí levantaron un pequeño monumento a base de piedras amontonadas en honor a Unamuno, una voz crítica en el páramo cultural de la dictadura.

No es nuevo el empeño de hacer polilitos, en lugar de monolitos, en recuerdo de alguien o rememoración de algo. Distintas civilizaciones, sin rocas ni herramientas para erigir obelisco, lo han utilizado. Piedra a piedra. En nuestro periplo por el mar Egeo, acertamos a llegar hasta Ios. Algunas leyendas aseguran que la madre de Homero era natural de esa hermosa isla, donde también se ubica la tumba del poeta griego. Al parecer, Homero, encontrándose enfermo, recaló en una pequeña bahía de la isla para descansar y reponerse. Homero murió y, allí mismo, fue enterrado. Al llegar a aquel apartado, rocoso y desapacible lugar, con la escasa vegetación azotada y vencida por viento, nos encontramos un túmulo fortificado con piedras, al resguardo del Bóreas, y decenas de montoncitos de guijarros apilados como pirámides inestables en recuerdo del autor de la Ilíada y la Odisea.

La embajada de Cuba, en representación del pueblo caribeño, también puso sus piedrecitas en Malabo, la antigua Santa Isabel, para sujetar la placa que reza textualmente: «A los cubanos deportados en el siglo XIX a la isla de Fernando Poo. 28 de mayo de 1869. Embajada de Cuba en Guinea Ecuatorial». Publicamos la fotografía superior por cortesía y amabilidad de Francisco Javier Ondo Angue Ondo, también conocido como Chacho Angue Ondo, que después leer el artículo dedicado a los confinados en Fernando Poo se puso en contacto con nosotros a través de las redes sociales y tuvo la gentileza de enviarla. Además, nos informó que el modesto monumento está ubicado en la Avenida de la Independencia de Malabo, frente a la antigua Comisaría de Policía.

En los primeros días de febrero de 2019, la alcaldesa de la antigua Santa Isabel entregaba simbólicamente el ‘sitio-monumento’ a la embajada cubana en Guinea. Quizás, aquellos confinamientos o deportaciones del siglo XIX merecen un monumento de más talla o enjundia. Artistas hay, allí o allá. Lo que no terminamos de entender es la fecha que figura en la placa. 28 de mayo de 1869. ¿Qué pasaba en Santa Isabel ese día? Sabemos que el vapor San Francisco de Borja que trasladaba el contingente de 250 independentistas cubanos deportados a Fernando Poo llegó el día 22 de mayo de 1869 y que, transcurridos 3 días, salieron de la jaula o de las sentinas y desembarcaron el 25. Así, pues… ¿Será posible que se refiera a la fecha de colocación de la placa? ¿Podría ser 28 de mayo de 1969? Guinea Ecuatorial ya es independiente; la ‘crisis de las banderas’ y el viento de marzo habían amainado. Sin embargo, otra fecha desecha esa hipótesis: Cuba abrió su legación diplomática en Malabo en 1972…