El Getafe CF, digámoslo antes de nada, propiedad privada de un grupo de empresarios, liderados por Ángel Torres, su presidente, juega en el [estadio municipal] Coliseo Alfonso Pérez el partido de vuelta de los cuartos de final contra el Mallorca. Es jueves tarde noche y hace un frío que pela. El equipo necesita a su público, unos aficionados entregados con la trayectoria deportiva del club. Sin embargo, al inicio del partido sólo unos 1.500 de los más fieles se han congregado en las gradas, apenas un diez por ciento de la capacidad del recinto.

En la “zona noble”, en el palco, como en los circos romanos, además del presidente del club, se junta lo más granado del municipio con el [emperador] alcalde a la cabeza; allí se reúnen habitualmente los protagonistas de la película local: políticos y políticas, ex políticos, cargos de confianza, empresarios y, llegado el caso, hasta el juez decano que también parece un gran aficionado al equipo de la ciudad. Desde el principio del partido las cosas van mal. Hay un problema de protocolo con un cargo de la Consejería de Deportes de la Comunidad de Madrid. El alcalde hace un [gesto] feo y le relega de la “posición” institucional,  por una de sus concejalas con un gesto imprevisto que no pasa desapercibido en el palco. La tensión política no desaparece ni en el futbol.

El “run run” de la semana no era el frío ni siquiera la eliminatoria contra el equipo balear. Las Peñas deportivas del Getafe llevan varios días criticando ferozmente la política social del presidente del equipo, Angel Torres, más conocido a pie de calle, desde que era un mozuelo, como “pirri”. A los [socios] aficionados del Getafe no les sentó nada bien que las entradas para el partido de copa costasen la módica cifra de veinte euros. «¡Qué son 20 euros para ver a un equipo de primera división!, un club que ya ha jugado dos finales de la competición copera, que ha paseado el nombre de Getafe por Europa, que es más conocido en el mundo que el presidente Zapatero, que nunca ha bajado a segunda división…, joder. ¡El club es propiedad privada y pongo el precio que me da la gana!»

Los pocos aficionados que asisten al encuentro manifiestan su descontento. Un ulular de las casi mil quinientas gargantas heridas por el frío grita. “¡U-su-re-ro,-u-su-re-ro, -án-gel-to-rres, u-su-re-ro…!” El coro de las peñas lo repite de manera incesante. El cabreo es de los grandes. El color blanquecino de la cara del presidente se vira hacia el violeta como una reacción alérgica, al aficionado, o puramente química, hormonal.

Tras el descanso, los jugadores vuelven al terreno de juego y los seguidores del Geta a la salmodia reivindicativa. “¡U-su-re-ro…!” ¡Desagradecidos! ¡Es que no se merecen nada; ya verán cuando me vaya! En el palco, apenas se mira hacia el graderío. Tres filas más allá de la presidencia, el “candoroso” y memo contratista municipal, abonado al pesebre, allí donde esté, sonríe con cara de bobo, y le dice a su compañero de antiguas juergas, con un guiño, como si fuera una gracia: «¡cómo va ser un usurero, si a los que estamos en el palco nos invita a jamón, como va a ser un usurero si nos invita a vino fino, cómo va a ser un usurero si el whisky es de marca y el ron revolucionario! ¡ Y cuando el frío corta el cutis del proletariado, aquí, el bueno de Torres, nos pone calefacción… y nos da caldito. Gentuza, es que no se enteran. Aficionados de pacotilla».

El enfado de las peñas y de los aficionados es mayor, si cabe, por que hace una semana que se ha hecho pública la subvención que todos los años le otorga el ayuntamiento en pleno (que sepamos no hay nadie que se oponga y se arriesgue a perder el favor del presidente del Club y los votos de los aficionados).

El consistorio no sólo le da una subvención de tres millones y medio de euros; además, le deja gratis el estadio, ejecuta , a costa nuestra, de los que gustan y de los que odian el “deporte rey” las reformas necesarias, las adaptaciones, el mantenimiento, el coste del agua, la luz, etc.. Como en los viajes al Caribe, “todo incluido”. El coste de la subvención directa, además de la presunta rentabilidad publicitaria para el municipio, del que, suponemos, ya se beneficiarán los mismos, los que “cohabitan” el palco con asiduidad, podría costear un total de 175.000 entradas, cantidad suficiente para completar el aforo durante diez jornadas. Si el Ayuntamiento, en vez de regalar el dinero a fondo perdido, regalase entradas para los partidos del Getafe, por ejemplo para escolares y jóvenes aficionados, parados, etc.., cumpliría con dos fines a la vez, subvencionar al equipo [el dinero entraría igualmente en el Club] y fomentar la afición en el municipio. Por ejemplo.

Lo cierto es que el cargo de la Comunidad de Madrid que asistió, además de salir disgustado con la actitud maleducada del alcalde, comprobó in situ que el nuevo estadio, con ciudad deportiva incluida, que reclama el presidente del Club en los terrenos, adquiridos ya o comprometidos, entre el nuevo barrio de Los Molinos y la M-45, no es una necesidad prioritaria; ni socia, ni política ni deportivamente hablando. Sobra Coliseo para años. Otro asunto es que queramos que los terrenos se permuten con Madrid, y se recalifiquen para lo de siempre, para el pelotazo. Y no hablo sólo de fútbol. Un hotel, gasolinera, clínica deportiva, residencia, viviendas libres, … Nada nuevo. Sería muy bonito para el nuevo barrio, pero … ¿las plusvalías tienen que seguir quedándose en los mismos bolsillos?

Con motivo del enfado de las peñas y de los aficionados de esta semana, ha aparecido en “You Tube” un video dedicado “Al mejor presidente del mundo” que se puede visionar al final del artículo. El autor es [presuntamente] anónimo. Y, aunque pueda parece algo irrespetuoso, merece un “pequeño globo de oro al mejor subtitulado para películas extranjeras en versión original”. Recuerden que fue, precisamente, el Geta  el que produjo hace un par de años un video que hirió la sensibilidad de muchas personas, exclusivamente para obtener notoriedad informativa. Ahora se la devuelven; la notoriedad. Es como el caso de aquel empresario, tristemente famoso patrocinador del club, que hacía manifestaciones en el domicilio particular del primer edil y ahora se queja de que sus antiguos pupilos le correspondan con lo mismo, en su propia casa. Si practicas el ojo por ojo, te quitan diente por diente.

A una política deportiva excelente le debe corresponder una política social, en la misma medida que los aficionados se entregan al color azulón, igualmente excelente. Aplíquese, señor Torres, en su relación con los socios aquello de “qué buen vasallo sería , si tuviera un buen señor” , aplicado, por supuesto, el calificativo de súbdito a los aficionados y socios, sin referencia alguna a su amigo y alcalde Pedro Castro.

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La adaptación del cartel de la película “El hundimiento”, sí que es una chapuza nuestra.