Calpe, como crisol de gentes de distintas lenguas y culturas, tiene una oferta religiosa acorde con las gentes que vienen y van, o que, finalmente, han decidido asentarse, no sólo en este municipio, sino en otros de esta zona del litoral mediterráneo.

Musulmanes y cristianos de diversa índole,    católicos, apostólicos, protestantes, evangélicos, anglicanos, baptistas y metodistas  han erigido sus «iglesias» sobre estas tierras alicantinas a la «espera del cielo», incluso en centros comerciales donde se muestran como un abanico de diversidad religiosa y promiscua fe en un paraíso lleno de ángeles asexuados, rubios y delicados o morenas y exuberantes huríes.

En el Centro Comercial situado en la céntrica calle de Gabriel Miró nos ha sorprendido el rótulo con una mescolanza de creencias y confesiones; y,  en especial, una de ellas por su nombre. Como muestra de nuestra ignorancia, pensamos en un principio que lo del fuego abrasador era el ingrediente principal del infierno, cuando en realidad se trata de la cualidad del dios y salvador en el que creen. En su página web  lo aclaran; «El Templo del Fuego Abrasador, es una una iglesia apostólica, profética, pionera, punta de lanza, de avance, de guerra, de expansión, apasionada, militante, prototipo, anormal, agresiva, adicta, radical y reformadora. Una iglesia que abre brecha, llena de amor y de gracia sobrenatural». Casi nada. Incluso para un agnóstico.

Cabe destacar, además de la iglesia católica, a la ortodoxa, como comunida emergente, que ha construido una iglesia dedicada a San Miguel Arcángel, en un recodo de la carretera que une Calpe y Altea (en las fotografías inferiores).  Los rusos son, cada día que pasa, una comunidad más numerosa en estas latitudes, y no solo como turistas transeúntes o «guirufos», sino vecinos censados y residentes de largas temporadas. No son pocos los comercios, sobre todo inmobiliarias, que han incorporado en sus rótulos y escaparates el ya habitual «Мы говорим на русский» (nostros hablamos ruso). 

Para la erección de este bello templo,  inspirado en construcciones religiosas tradicionales de los siglos XVII y XVIII, sobre un solar cedido por el ayuntamiento de Altea, se han utilizado materiales traídos expresamente desde la región rusa de los Urales. En su interior, se puede, además de orar [el dios de los rusos también sabe castellano], disfrutar de unos magníficos frescos y de la clásica iconografía ortodoxa.