El Ayuntamiento de Getafe otorgó, durante la dictadura de Primo de Rivera, dos veces el honor de ‘hijo adoptivo’. Y parece que en ambas ocasiones se aprobó por indicación expresa de la ‘superioridad’. A pesar de ello, a día de hoy, aunque no tengan ninguna relación con el municipio, mantienen los honores concedidos por obediencia debida o pura lisonja.
El 9 de octubre de 1925, el pleno del Ayuntamiento de Getafe acordó nombrar Hijo adoptivo de Getafe al mismísimo dictador, el general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja. El secretario de la corporación recogió en el acta de manera magistral el protocolo de adulación al dictador: «La Corporación, identificada por completo con el sentir de la alcaldía, Enrique Gutiérrez Carnero, y haciéndose a su vez eco de los sentimiento de este vecindario, en atención a las circunstancias excepcionales que concurrren en el Alto Comisario de Marruecos, presidente del Directorio Militar, excelentísimo señor teniente general don Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, marqués de Estella, proporcionando días de perpetua recordación a nuestra querida patria, con su acertada dirección en la actuación militar de África, acuerda por aclamación y con el mayor entusiasmo nombrarle Hijo adoptivo de esta villa de Getafe, y que por la Alcaldía Presidencia se entrege al presidente del directorio militar certificación íntegra del acta de esta sesión».
El alcalde, Enrique Gutiérrez Carnero, observado desde la distancia en el tiempo, nos parecía un tipo realmente adulador y pelota. Ejerció el cargo en una primera etapa entre 1925 y 1927.
A finales de junio de 1926, el Presidente de la Diputación de Madrid emitió un oficio a todos los ayuntamientos de la provincia con indicaciones concretas para conceder honores a Manuel Semprum y Pombo, Gobernador Civil de Madrid.
El día 3 de julio de 1926, reunido el ayuntamiento de Getafe en sesión plenario, acordó nombrar a Manuel Semprum y Pombo Hijo Adoptivo de la Villa de Getafe. Seguramente, fue ‘adoptado’ por casi todos los municipios madrileños, sino no lo fue por la totalidad. En el caso de Getafe, el hecho se reflejó en el acta sin ocultar siquiera el motivo de la concesión:
«Vista la carta del Presidente de la Diputación Provincial de Madrid relacionada con el nombramiento de Hijo Adoptivo de cada uno de lo pueblos de esta provincia a favor del excelentísimo Gobernador Civl de la misma, Don Manuel Semprún, este ayuntamiento, con sigular placer, acuerda nombrar y nombra Hijo Adoptivo de esta Villa al excelentísimo señor Don Manuel Semprún, Gobernador Civil de esta provincia, merecedor por todos conceptos de esta distinción, y se acepta con el mayor gusto la intervención de la presidencia de la Excma. Diputación Provincial como lazo de unión entre todos los pueblos a fin de que el mencionado nombramiento pueda hacerse al azar y de modo unánime, y que por esta alcaldía se consteste en este sentido a la Presidnecia de la Diputación Provincial».
Manuel Semprum y Pombo había nacido en Madrid el 11 de septiembre de 1868. Era hijo de José María Semprún y Álvarez, senador electo y vitalicio y vicecónsul de Portugal, y de Carmen Pombo Fernández de Bustamante. Estudio derecho y ejerció la abogacía en Valladolid, ciudad en la que empezó su carrera política al ingresar como concejal progresista. Al poco tiempo, viendo escaso futuro en su afiliación progresista empezó a militar en el Partido Libera. Entre 1906 y 1907 fue alcalde Valladolid; luego fue diputado a Cortes en varias legislaturas; entre 1916 y 1923, fue senador electo por las provincias de Salamanca y Cádiz, así como Gobernador civil de Zaragoza, Cádiz y, finalmente, Madrid.
El 23 de abril de 1927, el ministro de gobernación Martínez Anido, cesó a Manuel Semprún como Gobernador Civil de Madrid, pasando a ser designado Alcalde de Madrid durante unos meses. Por esas misma fechas se regulaba mediante ‘reales órdenes ministeriales’ la renovación de los concejales y alcaldes de los ayuntamientos.
Tres meses después, exactamente 18 de junio de 1927, el ayuntamiento de Getafe recibió un telegrama del nuevo Gobernador Civil de la Provincia por el cual se destituía de su cargo al alcalde Enrique Gutiérrez Carnero, manifestando la presidencia que procedía el nombramiento de persona para el desempeño del mencionado cargo de Alcalde. Después de la intervención de varios concejales, y puesto el asunto a votación, se acordó, por siete votos contra cinco, aplazar el nombramiento.
En la siguiente sesión plenaria, con fecha 11 de julio de 1927, con arreglo a lo prevenido en el Estatuto Municipal resultó elegido como alcalde Ricardo Corredor y Arana. El resultado no era aplastantes pero dejaba un pequeña duda: diez votos a favor y una papeleta en blanco. Seguidamente tomó posesión de su cargo que prometió desempeñar bien y fielmente. Igualmente se procedió a designar por elección los cargos de Primer Teniente de Alcalde a Jacinto Cervera Gómez; y de segundo Teniente de Alcalde a Juan José Barrilero y Deleyto. Igualmente se designo a los suplentes de dichos cargos.
Terminada la elección del nuevo alcalde, un vecino, en concepto de ‘espontáneo’, solicitó la palabra. El protagonista de tan singular petición era el polifacético artista y exconcejal Filiberto Montagud; un barcelones afincado en Getafe desde el año 1912.
Filiberto Montagud se acogió al ‘derecho de queja’ que otorgaba el estatuto municipal. Desde que se instauró la dictadura, en septiembre 1923, se permitía la participación ciudadana en los plenos de los ayuntamientos. Además, a esa altura de los años veinte, la dictadura empezaba a reblandecerse. Y así, estando regulado, los ediles no tuvieron más remedio que concederle la palabra.
La intervención de Filiberto Montagud se centró sobre dos temas sin relación alguna. En primer término manifestó su protesta por la celebración de la capea en las últimas fiestas en honor de la Virgen de los Ángeles, de la cual no era partidario. Montagud había dimitido como edil getafense y había cerrado el periódico La Región que dirigía por culpa de los tumultos y sucesos violentos provocados por la anulación de los festejos taurinos en las Fiestas del 1918. El exedil manifestó, y así lo recoge el acta de la sesión plenaria, que siendo él miembro de la Corporación, esos festejos no se celebraron durante dos años.
Seguidamente expresó su opinión en el sentido de la determinación que debieron adoptar los señores Concejales relacionada con la destitución del señor Alcalde. El pleno del Ayuntamiento, después de oír las manifestaciones de los concejales Barrilero y Herranz, y entendiendo de conformidad con estos señores que lo expuesto por el señor Montagud se refería a hechos pasados en cuanto a la capea y que no tenía el carácter de queja municipal que regula el Real Decreto de 29 de octubre de 1923; las aseveración realizadas por Filiberto Montagud en la segunda parte de su intervención y «puesto que afecta solamente a la actuación particular de los señores concejales se acuerda por unanimidad tener por no hecha la queja formulada», de lo que quedó enterado el interesado y así se anotó en el acta sin que sepamos en qué sentido intervino el crítico y sagaz Filiberto Montagud.
El 15 de febrero de 1928 la Asamblea quedó enterada de una Real orden de la Presidencia del Consejo de Ministros de 13 de febrero disponiendo que deje de formar parte de la Asamblea el señor don Manuel Semprún y Pombo que figuraba en ella como Alcalde Presidente del Ayuntamiento de Madrid.
Manuel Semprum y Pombo fue condecorado en vida como caballero de la Gran Cruz de Isabel la Católica y gran oficial de la Legión de Honor de Francia. Falleció en Madrid el 30 de noviembre de 1929.
Al final de la década de los veinte, la descomposición política de la dictablanda provocó la inestabilidad de los ayuntamientos. En dos años hubo cuatro alcaldes en Getafe; tres designado y uno elegido. En 1930 ejercieron el cargo de primer edil Gonzalo Valdez López y Mariano Ron González. En 1931, Enrique Gutiérrez Carnero volvió a ser nombrado alcalde de Getafe. Ahora sí, a la dictablanda se le diagnosticó una fuerte diarrea. Algunos personajes, como Gutiérrez Carnero o Luis Martín aceptaron cargos en los que duraron apenas dos o tres meses. El gobierno convocó comicios municipales el 12 de abril de 1931; Enrique Gutiérrez Carnero se presentó a las elecciones con escaso éxito al conseguir solo 117 votos entre los cuatro distritos electorales. Otros candidatos como Luis Martín Pérez, Mariano Benavente González, Laureano Cervera Butragueño, Marcelo Cervera Herreros o Emilio Butragueño Moreno le duplicaron o, incluso, triplicaron el número de votos recogidos. El vencedor de las elecciones fue Luis Martín Pérez. Además de los citados, resultaron elegidos Valentín Benavente, Anastasio Deleyto, Miguel de Francisco, Lisardo Martín, Felipe Sacristán, Gregorio Pérez y Eusebio Antón.
Una de las primeras decisiones de la nueva Corporación fue el cambio de calles. Por unanimidad, y como ejemplo, al caso que nos ocupa, la calle Jardines —que durante la dictadura se denominó oficialmente del General Primo de Rivera— pasó a llamarse de García Hernández. El paseo de la Estación, —de Alfonso XIII durante el mismo periodo—, se cambió por el de Pablo Iglesias; el paseo de la estación larga que hasta aquel día se llamó Avenida del Príncipe de Asturias, se transformó en Avenida de la República. La segunda república española iniciaba su andadura; un camino plagado de ilusión pero también de sombras e incertidumbres.
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IMAGEN.— Ilustración realizada a partir de una fotografía con escasa resolución de Manuel Semprum y Pombo