Nota de advertencia  y agradecimiento

Hace unas semanas, un desconocido para mí, Brian M. Kane me envió una solicitud de amistad en Facebook. Antes de aceptar la solicitud, indagué quién era esa persona. Brian M. Kane es doctor en Educación Artística con un máster en Historia del Arte y actualmente es profesor adjunto de la Universidad estatal de Ohio. Acepté e inmediatamente me envió un mensaje privado en el que me corregía, amable aunque severo, un error importante en el artículo que escribí sobre el ilustrador getafense Samuel Urrabieta Vierge, hijo y hermano respectivamente de Vicente Urrabieta y de Daniel [Urrabieta] Vierge, el llamado Príncipe de la Ilustración francesa, como heredero de la estrella rutilante que fue [Paul] Gustavo Doré . Samuel no murió como escribí, aunque llegué a expresar mis dudas, en el artículo en un accidente de tren de Montecarlo, sino en uno que se produjo, un año antes en Bayona. El profesor Brian M. Kane, que está terminando de escribir un libro sobre el getafense Daniel Vierge, me aportó dos de las fuentes que corroboran mi penoso error, Le Temps y Le Petit Journal, aunque ninguna aportaba los datos concretos del suceso; ambas publicaban una nota breve sin demasiada información. He vuelto a bucear en la prensa histórica del siglo XIX,  especialmente en la Biblioteca Nacional Francesa, hasta encontrar una publicación que le pone fecha y relata el accidente de tren en el cual resultó herido Samuel Urrabieta Vierge y que a la postre le costó la vida catorce meses después.

 

Portada de París Illustré,

La primera sacudida en Alhama. Portada de Paris Illustré

El 25 de diciembre de 1884, cerca de las nueve de la noche, un ruido como un trueno, cadenas de trenes sobre guijarros, una manada de todos galopando sobre un camino, un estruendo espeluznante en todo caso fue percibido por los habitantes de una parte de la provincia de Granada y la contigua de Málaga. También se produjeron sacudidas y movimientos del suelo. Trepidante. En algunos lugares, decían los corresponsales, el terremoto duró ocho segundos; en otros, incluso más, quince o veinte. Suficiente para destruir cuarenta villas o pueblos, para aplastar debajo de los escombros a más de 2.500 personas. Es la descripción que hace el periodista francés Émilien Chesneau del terremoto desde Alhama. No logra —reconoce el cronista— encontrar frases que expresen todo el horror de este desastre. 

Grietas del terreno cerca de Zafarraya. Paris Illustré

La llegada de un nuevo día constató la extensión de la ruina. Se trata del llamado terremoto de Andalucía. La tierra tembló con brutal intensidad, cifrándose entre 6,2 y 6,5 de la escala de Richter. El epicentro se situó en el municipio de Arenas del Rey afectando a unos 100 núcleos de población de las provincias de Granada y de Málaga. El Consorcio de Compensación de Seguros asegura que puede considerarse como uno de los últimos grades seísmos ocurridos en España. «En total —según las cifras oficiales, aunque pudieron ser más—, se contabilizaron 839 víctimas mortales, además de miles de heridos, y el coste de los daños económicos se estimó en 5.826.028,66 pesetas de la época. En ambas provincias se destruyeron un total de 4.400 edificios y daños de diferente gravedad en otros 13.000. Como fenómenos asociados se observaron desprendimientos y grietas en el terreno, licuefacción y alteraciones en el caudal de las fuentes y manantiales».

El rey Alfonso XII entrega a las víctimas su botiquín de campaña. Dibujo del natural de Comba publicado en la Ilustración Española y Americana.

La noticia provocó la curiosidad y la solidaridad mundial. El Consejo de ministros, presidido por el rey Alfonso XII, aprobó la apertura de una suscripción nacional; también se iniciaban suscripciones públicas y privadas en beneficio de los afectados; se verificaban corridas de toros, se organizaban veladas musicales, funciones teatrales y todo tipo de actos en socorro de las víctimas. Las diputaciones provinciales anunciaban en la prensa sus aportaciones económicas al desastre. Apellidos ilustres de la nobleza y asociaciones de todo tipo anunciaban a bombo y platillo la aportación de fondos y de útiles, mantas, ropa de abrigo y víveres. Se publicitaba la solidaridad de todas las provincias y regiones españolas, incluso las de Cuba y Filipinas; por poner un ejemplo, la Casa de la Beneficencia Andaluza en La Habana recaudó 21.573 pesos en oro y 74.043 pesos en billetes, con los cuales se reconstruyeron Ventas de Zafarraya y Caniles de Aceituno. El pueblo de Santa Cruz de Alhama cambió su nombre por el de Santa Cruz del Comercio como muestra de agradecimiento a los comerciantes de Madrid que financiaron parte de su reconstrucción. El poeta catalán Jacinto Verdaguer editó un libro de poemas titulado ‘Caritat’ para recabar fondos. Los recaudadores y las ligas de contribuyentes de Granada y Málaga solicitaban la exención, los primeros, del cobro y, los segundos, del pago de la contribución. La prensa, sobre todo la de Madrid, Barcelona y París decidían enviar corresponsales, literarios y gráficos, para retratar la magnitud de la tragedia.  Cabe destacar el seguimiento de El Defensor de Granada, El Imparcial y la Ilustración Española y Americana —editados en Madrid—, La Ilustración Hispano-Americana —editada en Barcelona—, Le Monde Illustré y Paris Illustré.

El 8 de enero de 1885, el rey Alfonso XII, el pacificador —llamado así por dar término a la tercera guerra carlista y por el acuerdo de Zanjón, que ponía fin a la guerra de los diez años de Cuba—, o el rey caritativo, inició un viaje de dos días en tren y coche de caballos para realizar una visita a los pueblos afectados por el tétrico regalo de la Navidad de 1884.  ¿A dónde vas Alfonso XII? El peligro era notorio y el viaje nada aconsejable. El día 5 de enero, la ‘noche de Reyes’, se producía una réplica del de Navidad y se temían más temblores en la zona, como finalmente ocurrió el 27 de febrero. Sin embargo, el monarca empezó su recorrido el día 9 en Loja. Después de hacer una escala en la capital granadina, el día 11 se encontraba contemplando las tristes ruinas de Alhama, a la cual destacados cronistas granadinos llamaron la bella, la rica y la grande; «¡Pobre Alhama! ¿Qué va a suceder en este desdichado pueblo»?

La comitiva de Alfonso XII contempla el estado de destrucción de la calle Real de Arenas del Rey, epicentro del terremoto. La Ilustración Española y Americana.

Al día siguiente, la comitiva real visitó el epicentro del terremoto situado en Arenas del Rey, convertido en ‘escombros del rey’ al «no quedar en pie ni una sola casa».  En días sucesivos el monarca recorrió Agron, Ventas de Huelma —donde le sorprendió una copiosa nevada—, Albuñuelas, Güevejar, Periana, Málaga, Antequera, Torre del Mar, —donde según las crónicas ‘reinaba’ un tiempo primaveral—, o Vélez Málaga.  Alfonso XII, acompañado de los ministros de la Guerra y el de Fomento, y su comitiva de nobles, militares, periodistas y dibujantes o cronistas artísticos, entre los cuales cabe destacar al Sr. Comba —autor de numerosos grabados que se publicaron en la Ilustración Española—, regresaron a Madrid la fría y lluviosa noche del 22 de enero de 1885.

La comitiva de Alfonso XII a su regreso a Madrid desde Andalucía pasa por delante del Congreso. Dibujo de Comba. La Ilustración Española y Americana.

A su regreso, al pasar frente al Congreso desde la Estación de Atocha, el monarca recibió el apoyo del pueblo por su gesto, sobre todo nobles, militares y diputados monárquicos. El rey ‘humanitario’ había destacado por mostrar interés por los problemas y calamidades de sus súbditos. Gran parte de la fama de este monarca se debió no solo a la propaganda de periodistas y dibujantes, sino también a su carácter afable y espontáneo, que puso de manifiesto en varios desastres a lo largo de su corto reinado. Con las aportaciones recolectadas, la Comisaría regia, presidida por el mismo rey, procedió a distribuir fondos y a encargarse de la reconstrucción de los pueblos más afectados. Las nuevas casas, limitadas a dos plantas, separadas en calles con un mínimo de 10 metros, con mejores cimientos y materiales no se entregaron hasta dos años y medio después del terremoto. Las iglesias y las escuelas se levantaron en nuevas plazas. Algún pueblo, incluso, se trasladó a un nuevo paraje.

La comitiva real en el camino desde Agron a Ventas de Huelma. La Ilustración Española y Americana

Veinte días después de conocerse la magnitud de la tragedia y, sobre todo, la visita del rey Alfonso XII a la zona, algunos periódicos franceses, decidieron mandar a sus corresponsales literarios y artísticos.  El 15 de enero de 1886, el cronista de Paris Illustré, Émiliem Chesneau, y el de Le Monde Illustré, Samuel Urrabieta Vierge, estaban sentados en un vagón de tren que, después de un trasbordo debía llevarlos a Madrid para luego continuar viaje hasta Andalucía. La misión de los dos periodistas, sin ser conscientes de todas las dificultades del trayecto, aunque no eran novatos, era cubrir la catástrofe originada por el terremoto de Andalucía.

Los dos reporteros, el francés y el español, habían planificado el viaje con meticulosidad. Se habían concedido un margen de dos horas a la fatalidad para llegar con el convoy del Midi francés hasta Irún y coger el tren correo que partía con destino a Madrid. Aunque habían previsto algunos inconvenientes, nunca pensaron en la posibilidad de un choque de trenes, un descarrilamiento, un atasco u otros peligros de aquella gran aventura.

El enviado de Paris Illustré tiene palabras de alabanza para las compañías de trenes de París a Orleán, del Norte de España, de Madrid a Zaragoza y Alicante o de Andalucía poniendo a su disposición pases y permisos de circulación temporal; sin embargo, lamenta no reseñar los mismos cumplidos a la compañía de ferrocarriles del Midi francés. Además de la falta de cortesía y cordialidad, prohibiéndoles enérgicamente el libre recorrido por la red, la empresa ferroviaria les procuró «en menos de una hora la emoción de dos accidentes». Ya era 16 de enero de 1885.

Primeramente, en Dax, la máquina del tren descarriló mientras maniobraba en la estación. Media hora más tarde, el tren a ‘todo vapor’ chocó a cientos de metros de la estación de Bayona con una máquina que venía a su encuentro a ‘no menos velocidad’.  

Émilien Chesneau describe la catástrofe. «Yo no lamento haber asistido, un poco como víctima, lo justo para tener el derecho de quejarme, no muy fuerte, de contusiones en los músculos de las piernas y de un violento dolor de cabeza producido por la avalancha de sacos, fundas, paquetes que abandonaron la red donde los habíamos colocado para, muy irrespetuosamente, caer sobre mi occipucio. Me temo que la violenta contusión recibida por Samuel Urrabieta en los riñones es la causa de que no cesa de sufrir, aunque sin consecuencias graves».  Llegado a este punto de la crónica, la redacción de Paris Illustré añadió, antes de imprimir, una nota a pie de página aclarando el estado de Samuel Urrabieta.

«Los temores de nuestro corresponsal, desgraciadamente, se han materializado. El 4 de febrero, Samuel Urrabieta Vierge ha sufrido una hemorragia a consecuencia de una lesión interna, como resultado del accidente del 16 de enero y que ha puesto su vida en peligro».

Chesneau describe el momento de la colisión en un magnífico párrafo. Se pregunta, durante unos segundos que parecían mucho más largos, de qué forma seríamos aplastados, y si los vagones de atrás del tren entrarían en el nuestro, o se amontonarían molidos sobre ti; ver volar en el aire, y penetrar en los compartimientos, enormes fragmentos de máquinas y de coches rotos, proyectiles monstruosos y terribles como metralla de obuses; más tarde, asistir a los heridos, ser testigo de los inevitables ataques de nervios, «he aquí que está bien para ofrecer un aperitivo, en verdad muy ligero, de los temblores de tierra y para endurecernos con el terremoto».

El accidente provocó, además, un retraso de dos horas y cuando los dos corresponsales llegaron a Irún, el tren correo español que debía conducirles a Madrid había partido. Allí tuvieron que esperar 22 horas hasta la próxima salida. Les llena un sentimiento de ‘violenta contrariedad’. El periodista francés y el ilustrador español habían previsto llegar a la zona de los terremotos, encontrar aún a su majestad el rey Alfonso XII y unirse a la comitiva real durante una parte de su visita a la zona siniestrada. Sin embargo, el retraso hizo exclamar al francés: «Tous nos proyets s’en allaient à vau-l’eau» (Todos nuestros proyectos se fueron por el desagüe).

Como buen periodista, a pesar del espectáculo, amorosamente encontrado, de la montaña y el mar ‘de la Navarre’, no pierde el tiempo y relata un drama escalofriante. Los lobos aullaban a las puertas de Irún. Era la noche del 16 al 17 de enero de 1885, cuando dos guardias civiles («c’est ainsi qu’on appelle les gendarmes espagnols») fueron atacados en la montaña, aún cubierta de nieve, por una manada de lobos hambrientos. Abatieron a cuatro, aunque después sucumbieron ante el número de animales. Se les encontró al día siguiente junto a sus armas, sus tricornios, los jirones de sus uniformes y sus cuerpos terriblemente roídos por las bestias salvajes.

Los dos periodistas llegaron a Madrid el domingo 17 de enero por la mañana después de atravesar la sierra de Guadarrama. En las altas mesetas castellanas se registraban temperaturas de hasta -17 grados centígrados.  En la capital española se demoraron dos días que emplearon en preparar la expedición a Andalucía asesorados por los colegas del diario El Imparcial. Ahí les confirman que estarán obligados a llevar la vida del soldado en campaña; dormir, si encuentran plaza, en los barracones instalados, en cabañas de follaje o debajo de las bellas estrellas; llevar víveres, largos recorridos en caballo o mula y estar prestos a defenderse de los bandoleros («sequestrados»); en fin, armarnos de energía, paciencia y buen humor. Los dos cronistas pasearon por las tiendas de la calle Toledo en busca de una buena capa española, «una de las vestimentas más cálidas y confortables que conozco» y una ‘capa de monte’, el ancestro del poncho mexicano». Su equipamiento se completó con un buen sombrero de pastor castellano.

Émiliem Chesneau se recrea describiendo las bondades y los inconvenientes de España. «Imaginad España, que tiene la dicha de poseer un cielo admirable, las más bellas mujeres del mundo, vinos exquisitos y costumbres pintorescas, también tiene ladrones, no bandidos de la ópera cómica que cantan bonitas canciones que recuerdan a la Carmen de Bizet; ¡no, verdaderos ladrones que os esperan en las zonas aisladas se enfrentan, piden rescate y, a veces, os cortan la nariz o las orejas; y finalmente matan a las personas recalcitrantes. Sin embargo, al llegar a Vélez Málaga, les cuentan que los bandoleros no son tan malos, que reparten dinero entre los pobres y que han donado mucho oro a las víctimas del terremoto. «La Guardia Civil jamás los podrá coger. Los bandoleros pululan por Andalucía a pesar del esfuerzo de algunos funcionarios como el gobernador de Córdoba que en un año ha fusilado a 300 de estos bandidos».

Samuel Vierge acompaña Émilien a Chesneau hasta Andalucía a pesar del sufrimiento por el golpe. El día 22 o 23 empiezan su ruta desde Vélez Málaga dirigiéndose a la Puebla de Periana. Un grupo de peones camineros los abordó advirtiéndoles del peligro de desprendimientos. Los intentan engañar convenciéndoles para que les entreguen la ropa de abrigo, que ellos encontrarán casa, que no necesitan las mantas. «Dejadnos las vuestras. Como los guías respondían con chistes, Urrabieta saltó y les dijo: ¡trabajad montón de vagos y ganareis. De repente, amenazadoramente, se formó un círculo en torno a los dos periodistas. Urrabieta le gritó a su compañero: ¿Tienes ahí tu revólver? Sí —le respondió Chesneau—, estoy seguro del arma. Y para demostrarlo, puso la mano sobre la vaina. Cuando lo vieron los peones camineros abrieron el círculo y los dejaron pasar acompañando su partida con el ‘Buenos días, caballeros’ o el ‘Vaya uste con Dios’». La amenaza produjo su efecto y recordaron el consejo que les habían dado en Madrid. No hace falta que, en el campo, a cincuenta metros, os reconozcan como extranjeros. A pesar del temor, no tuvieron que defenderse más de «estos miserables».

Durante cuatro días se alimentan con los víveres que compraron en Madrid: salchichas y salchichones de todos los colores y calibres, morcillas blancas, negras, cortas, gruesas, delgadas, regularmente cilíndricas o caprichosamente jorobadas; carne de vaca curada (cecina), jamón dulce, paté de restos de cerdo comprimidos en una prensa hidráulica, almendras tostadas, pescado en salazón, queso de cabra «preciosamente conservado» en aceite de oliva. Después de cuatro días pudieron almorzar un exquisito puchero caliente, aunque echaron de menos algo de vajilla. Para nueve personas había justo una perola y ningún plato, un vaso para el vino y otro para el agua. Los españoles, dice Chesneau, «estiman, con razón, que se comete un error y arruina dos buenas cosas cuando se mezcla el vino, que generalmente es delicioso, y el agua que también es exquisita».

Bocetos de Samuel Urrabieta Vierge realizados durante el viaje que realizó hasta la zona del terremoto de 1885. Paris Illustré

Durante el trayecto de Málaga a Vélez, el periodista francés se ve transportado a África. Viajan en una diligencia tirada por seis mulas y dos caballos siempre a galope. Van guiados por Fernando y Frasquito. A la izquierda, la montaña, y a la derecha, el mar, de un azul profundo, un azul de lapislázuli bordeando el camino. Campos de caña de azúcar, setos impenetrables de cactus, aloes con forma de hidra, palmeras, naranjos, limoneros, plataneros, campos de rosas.

Huida de los habitantes de Albuñuelas. Paris Illustré

«La ruta se extiende, brillante de sol, bordeando la bahía de Málaga, más bella, aunque menos conocida que la bahía de Nápoles». El periodista francés se extiende en una maravillosa descripción lírica, repleta de prosa poética descriptiva del paisaje y los productos del campo malagueño. Los granados, los olivos, los almendros en flor con su corola blanca, ligeramente tintada de rosa en el fondo; de vez en cuando, de las casas blancas, llegan las notas de una malagueña…

 El corresponsal de Paris Illustré a lomos de una mula. Boceto de Samuel Urrabieta

Visitan Canillas de Aceituno y Las Viñuelas. Urrabieta realiza algunos croquis, entre ellos sendos retratos de sus guías Frasquito y Fernando, incluso de su compañero Émilien a lomos de una mula, aunque no parece estar en plena forma; apenas hay dibujos del ilustrador getafense de los desastres del terremoto. Tardan una eternidad en su trayecto. El día 31, por fin, llegan a Alhama. Hace una semana que el rey Alfonso XII abandonó estos lugares maltratados por la tierra.

Camposanto de Alhama. Paris Illustré.

Un vecino de Alhama cuenta historias de terror. «En Guevéjar, yo he visto pasar sobre su burro, toda su fortuna, un pequeño de diez años. Su padre, su madre y seis de sus hermanos y hermanas han muerto; una joven que se ha vuelto loca: ha pasado cinco días debajo de los escombros, acostada sobre los cadáveres de su padre y su madre aplastados. En una casa de Alhama, veintidós personas que velaban el cuerpo de un niño fueron aplastados de un golpe. Cuando llegaron hasta ellos, todos estaban muertos».

Ellos mismo ven a la gente enferma, con el pecho congestionado, tosiendo, «menos Urrabieta y yo». Ven con sus propios ojos como aún mueren los afectados del terremoto en los campamentos. Chesneau hace una relación de los lugares donde han constatado que se han producido daños por el terremoto: Alhama, Arenas del Rey, Albuñuelas, Canillas de Aceituno, Vélez, Periana, Zafarraya, Torrox, Nerja, Murchas, Guevejas, Motril, Loja, Jayana, Olivar, Cacin, Durcal, Escuzar, Cadial, Agron, Guajar, Chite, Bombaron, Orchiva, Lanteira, Pulianas, etc. Málaga también estuvo afectada; ochenta y nueve casas se colapsaron y siete mil, de las diez mil que tiene la ciudad, tienen necesidad de reparaciones. En ese momento, le comunica al director de la publicación que se dirigen a Granada a donde llegan el 2 de febrero.

Hace más de diez días que Alfonso XII dejó la zona, aunque la visita real ha reanimado el coraje a las gentes. «El pueblo está encantado con la sangre fría y la intrepidez del joven príncipe. Fue acogido con entusiasmo. Es un hombre de espíritu y su corazón a debido sentirse halagado con el título de Rey del Pueblo, que le han galardonado por aclamación».

Durante el viaje de los dos corresponsales siguen produciéndose réplicas. «Durante la noche siguiente, mientras dormíamos Urrabieta y yo, experimentamos cuatro horas sucesivas de temblores. Era como si tuviéramos la ilusión de una caída de nuestros colchones desde una altura de 12 a 15 centímetros sobre el suelo».

Ilustración publicada por Paris Illustré.

La crónica del periodista francés para Paris Illustré, con algunos grabados de Samuel Urrabieta Vierge entre otros, se publicó en un número especial de esta publicación el 1 de marzo de 1885. La crónica estaba firmada en Las Viñuelas (Málaga) el día 25 de enero de 1885. Suponemos que ambos realizaron el viaje de vuelta hasta París. No tenemos constancia que, ni en la ida ni en el regreso, hicieran escala en la casa familiar de Getafe, aunque Samuel Urrabieta regresó a España durante el transcurso de ese año.

Tras haber estado alejado una temporada de la redacción de Le Monde Illustré debido a la enfermedad cardíaca que le provocó el choque de trenes, decidió regresar a Getafe, cerca de su madre, donde pensaba recobrar la salud. Desde que se quedó viuda en 1879, Juana Escolástica Sabina Vierge de la Vega alternaba temporadas entre Getafe —suponemos que con su hija Dolores— y en París junto a sus dos hijos varones. 

El periódico francés Le Temps, en su edición del 12 de febrero de 1885, publicó una nota breve en la sección de miscelánea (Faits divers) sobre el estado de salud de Samuel Urrabieta. «El conocido diseñador, se dirigía a España, a la zona de los terremotos para estudiar sobre el lugar las terribles catástrofes cuando fue víctima de un accidente de tren que se produjo hace tres o cuatro semanas en la línea de Bayonne. Durante su gira por España, ya experimentó grandes sufrimientos. A su regreso a París, el Sr. Vierge sufrió una hemorragia interna que puso su vida en peligro: un movimiento del taponamiento le causó el desgarro imperfecto de una arteriola, cuya ruptura completa no se declaró hasta dieciséis días después. Aunque todavía no se ha evitado todo el peligro, ahora podemos esperar la pronta curación del Sr. Vierge». El 15 de febrero de 1885, Le Petit Journal publica la misma nota en su sección de Lettres, Sciences et Arts.

Un año y un mes después de esa publicación sobre la enfermedad de Urrabieta se conoció la noticia de su prematuro fallecimiento en Madrid a la edad de 33 años. El día 11 de marzo de 1886, La Época publicaba una nota breve sin especificar la fuente. «Dice un periódico que ha fallecido en esta corte D. Samuel Urrabieta, artista muy admirado en España y en el extranjero por los excelentes dibujos con que ilustró infinidad de publicaciones, habiendo obtenido en París, donde residía, una envidiable reputación. Se hallaba condecorado con la gran cruz de Isabel la Católica».

El lunes 15 de marzo de 1886, el periódico Gil Blas y, al día siguiente,   L’Intransigeant se hacían eco de la noticia en París. «El joven artista de gran talento, Samuel Urrabieta Vierge, acaba de morir en Madrid. Ha sucumbido a consecuencia de una lesión que había recibido, hace más de un año en un choque de trenes producido sobre la línea férrea del Midi, durante un viaje a España que hacía con nuestro colaborador Émilien Chesneau. Samuel Urrabieta, un parisino nacido en Madrid, era hermano del más célebre diseñador Daniel Vierge».

 

Durante 1885, Samuel Urrabieta siguió dibujando y publicando grabados en Le Monde Illustré, entre los que cabe destacar la portada del sábado 30 de mayo que el semanario le dedicó a la muerte de Víctor Hugo ocurrida el 22 de mayo de 1885. La nuera del escritor,  poeta y novelista de origen ruso, Tola Dorian [esposa de George Hugo] mandó cortar todas las flores del ‘hotel’ donde vivía Víctor Hugo y colocarlas junto a su cadáver. Así entró Samuel Urrabieta a la cámara mortuoria junto a un reducido grupo de informadores para inmortalizar el postrer gesto del poeta, dibujante, político, dramaturgo y novelista romántico francés. Se cuenta, según la leyenda, que sus últimas palabras fueron: «Es el combate del día y de la noche… Veo la luz negra».

Retrato de Samuel Urrabieta Vierge publicado por Le Monde Illustré  junto a su necrológica.

El 20 de marzo de 1886, Le Monde Illustré se hizo eco de la muerte del ilustrador. «Debemos registrar un duelo muy doloroso. M. Samuel Urrabieta, hermano de Daniel Vierge, que una cruel enfermedad ha tenido alejado del periódico, acaba de morir en Marid después de que su madre creyera que había recuperado la salud». En el siguiente número, de fecha 27 de marzo de 1886, Le Monde Illustré publicó una reseña necrológica del ilustrador con el último dibujo que Samuel Urrabieta realizó para el periódico francés, «como la mejor manera de rendir homenaje a su memoria y dar a su familia un testimonio de profunda simpatía».

Último dibujo de Samuel Urrabieta publicado por Le Monde Illustré.

Su último dibujo, que reproducimos sobre estas líneas, hecho a pluma, con la inteligencia e intuición que caracterizó al artista, representa el estudio de escultura de Étienne Leroux en el momento en que el Sr. Renan posaba para su busto. «La publicación del grabado tenía que haber coincidido con el último Salón [celebrado en París], aunque el autor no pudo estar presente a causa de su enfermedad».

«El accidente de ferrocarril del que fue víctima tuvo que parar el auge de la obra al matar al autor tan rápidamente que, en diez meses [aunque en realidad había pasado más de un año], el joven fuerte y robusto, feliz de vivir, lleno de ambiciones y sueños, se ha convertido en el cadáver que ahora duerme para siempre en el Cementerio del Este, en Madrid».  

 

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BIBLIOGRAFÍA

Paris Illustré. Número especial. Los terremotos de Andalucía, por Émilien Chesneau. 1 de marzo de 1885. Digitalizado por Gallica.bnf.fr

Le Monde Illustré. Varios números. 1885-1886. Digitalizado por Gallica.bnf.fr

La Ilustración Española y Americana. Varios números 1885-1886. Digitalizado por hemerotecadigital.bne.es

• La Época. 11 de marzo de 1886. Digitalizado por hemerotecadigital.bne.es

• Le Temps. 12 de febrero de 1885. Digitalizado por Gallica.bnf.fr

• Le Petit Journal. 15 de febrero de 1885. Digitalizado por Gallica.bnf.fr

Periódico Gil Blas. lunes 15 de marzo de 1886. Digitalizado por Gallica.bnf.fr  

L’Intransigeant. Martes 16 de marzo de 1886. Digitalizado por Gallica.bnf.fr

El terremoto de Andalucía en 1884 en el suroeste granadinoRevista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino. Número 21, 2008.